Cómo insertar una idea en la mente de alguien

En 1906, el subsecretario de la Oficina Colonial Winston Churchill dijo:

«Donde hay un gran poder hay una gran responsabilidad»

Y no es para menos, o al menos esa es mi forma de ver las cosas.

Lo que estás por ver puede darte un gran poder, el poder de insertar una idea en la mente de otra persona, de tal modo, que pensará que fue su propia cabeza la que tiempo atrás venía empollando la idea, hasta que brotó.

Así que si sigues leyendo esto, adquieres el compromiso de sólo utilizar esta información para el bien de las personas, ayudarles a mejorar sus vidas y la de la sociedad en general.

La secuencia de 3 pasos

El primer paso es hacer un comentario con expresando una idea que prácticamente cualquier persona podría llegar a tener en su vida. Con esto te aseguras de que la idea que tu quieres implantar puede ser tomada como una derivación, como la secuencia lógica de una idea que ya existía dentro de la persona.

El segundo paso es hacer un comentario que valide lo que esa persona pensó.

El tercer paso, es exponer la idea que quieres implantar, de tal modo que pareciera una consecuencia natural de haber pensado las dos ideas anteriores.

Eso es todo.

¿Y ya, así de fácil?

Si.

Una forma muy sencilla de practicar esto, es con los silogismos, que por si no lo sabes o recuerdas, son ideas que nacen de la suma de dos ideas anteriores. Por ejemplo, alguien dice cada vez que se nubla, llueve; alguien más dice hoy está nublado; el silogismo es hoy lloverá.

Esta fórmula ha sido utilizada por personas al rededor de todo el mundo, grandes líderes que no siempre la han usado para el bien. A ver si te suena esta historia…

Un perro Schnauzer de familia hambrienta y sin hogar entra a un callejón, y de repente otro perro Schnauzer que estaba por ahí, le dice:
– ¡No puede ser! Cada vez hay más desamparo…
El desamparado ya lo ha escuchado antes, pero decide no cerrarse a las palabras del otro perro, que prosigue:
– Los hogares que deberían ser para nosotros, se los están entregando los galgos, sólo porque son de la misma ciudad que los dueños de los hogares, que tampoco son de aquí.
El desamparado presta cada vez más atención, y el otro perro continúa:
– ¡Alguien debería hacer algo para cambiar eso!
El desamparado, ahora con toda su atención, pregunta
– ¿Y qué propones, tu sabes qué podemos hacer contra eso?
– Yo propongo que nos unamos, ¡unidos seremos invencibles y lograremos un trato justo, tendrán que escucharnos ladrar!
– ¿Y quién se atreverá a dar la cara?
– ¡Si cuento con tu apoyo, yo recuperaré nuestros hogares, haré que se retiren todos esos invasores y mantendremos pura nuestra raza Schnauzer!…

¿Podrías por un segundo imaginar lo que sentiría el schnauzer desamparado al escuchar al otro?

¿Te suena conocida la historia de algún lado?

Léela de nuevo, pero cambiando desamparo por desempleo, e imagina que todas esas cosas las hubiera dicho un señor de bigote corto y extraño, con acento alemán.

Así de sencilla es, así de poderosa es esta fórmula de 3 simples pasos.